Apareció de entre la gente en un contraluz imperfecto. Estaba atardeciendo. El compás de sus pasos se mezclaba con el nessun dorma que salía desde alguna ventana abierta –con cortinas rojas–. Pasó al lado de él con la indiferencia de quien se sabe observada, dejando un aire tibio a su paso. Leve como aleteo. Ella, olía a primavera. Él respiró hondo. “Ciao” dijo con tono de adiós.”Ciao” contestó ella sin girar la cabeza.
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